Hace mucho tiempo que unos seres blancos, mágicos y alados, rasgan como grandes saetas el cielo azul y límpido de la meseta castellana. Antaño sus ritmos estaban marcados por el sonido hueco y metálico de las campanas y la bonanza de las estaciones, llegaban como la flor del almendro, preludios precoces de primavera, construían sus enormes nidos en las altas torres de las iglesias y como vigías miraban con ojos curiosos y penetrantes, encajonados en el fondo de un enorme y prominente pico el trasiego de unos seres que caminaban nerviosos y erguidos en un plano inferior, escuchaban sus conversaciones, como buenos espías, sabiendo de sus ansias de progreso, de su eterna obsesión por lograr ser inmensamente ricos y de su amargura por no ser capaces de acaparar las riqezas.
La tribu de las cigüeñas, se organizaba en estamentos: un gobernador (residente en la torre principal de la catedral), era quién se encargaba del mando y la organización de su ejército de largas y escuálidas patas. Una tropa era responsable de la caza y recogida de sapos y culebras que saciaban el hambre del cuartel y otra muy apreciada en la colonia,la de los mensajeros que algunos humanos esperaban impacientes su visita y otros detestaban.
Todo trascurría con la normalidad del equilibrio, hasta que los hombres empezaron a usar herbicidas y pesticidas para aumentar sus cosechas, las presas, alimento del ejército blanco comenzaron a escasear diezmando sus filas y creando el malestar que genera el hambre. Se formó un comité para paliar el desastre y revindicaron sus derechos a la vida y laborales, al no ser atendidos comenzaron los atentados, detestaban ver felices a los humanos e impedían que se amaran y multiplicaran, con estas presiones consiguieron que su especie se protegiera, aumentando tanto su número que invadieron las copas de los árboles y olvidaron sus travesías largas y penosas hacia el sur, debido al egoísmo disminuyó su trabajo de porteadores de la vida.
Ahora, con tantos cambios, las cigüeñas van de vacaciones, a meditar frente al mat.
De niña,entonaba esta pequeña rima: cigüeña, cigüeñita , que vas por el cielo ,ve y dile a Jesusito cuanto le quiero, y cuando vuelvas, que nadie sepa el recado al oído que tú me dejas. Después gritaba tráeme 8oo niños, mis hermanas se ríen aún al recordarlo.
La tribu de las cigüeñas, se organizaba en estamentos: un gobernador (residente en la torre principal de la catedral), era quién se encargaba del mando y la organización de su ejército de largas y escuálidas patas. Una tropa era responsable de la caza y recogida de sapos y culebras que saciaban el hambre del cuartel y otra muy apreciada en la colonia,la de los mensajeros que algunos humanos esperaban impacientes su visita y otros detestaban.
Todo trascurría con la normalidad del equilibrio, hasta que los hombres empezaron a usar herbicidas y pesticidas para aumentar sus cosechas, las presas, alimento del ejército blanco comenzaron a escasear diezmando sus filas y creando el malestar que genera el hambre. Se formó un comité para paliar el desastre y revindicaron sus derechos a la vida y laborales, al no ser atendidos comenzaron los atentados, detestaban ver felices a los humanos e impedían que se amaran y multiplicaran, con estas presiones consiguieron que su especie se protegiera, aumentando tanto su número que invadieron las copas de los árboles y olvidaron sus travesías largas y penosas hacia el sur, debido al egoísmo disminuyó su trabajo de porteadores de la vida.
Ahora, con tantos cambios, las cigüeñas van de vacaciones, a meditar frente al mat.
De niña,entonaba esta pequeña rima: cigüeña, cigüeñita , que vas por el cielo ,ve y dile a Jesusito cuanto le quiero, y cuando vuelvas, que nadie sepa el recado al oído que tú me dejas. Después gritaba tráeme 8oo niños, mis hermanas se ríen aún al recordarlo.